Cuando Dios me llamó a liderar, supe que cada desafío y sacrificio en mi vida serviría para Su propósito divino. Mi experiencia y mis esfuerzos han sido guiados por Su mano para servir en el ministerio. Durante años, he visto cómo Dios transforma vidas y guía a Su pueblo, y me siento profundamente agradecido por la oportunidad de ser un instrumento en Su obra.

En mi camino como pastor, he aprendido que la verdadera sabiduría y el liderazgo provienen de la humildad y de reconocer que todo lo que soy y hago es por Su gracia. Mi misión es guiar a nuestra congregación con fe y dedicación, sabiendo que Dios me ha llamado para servir y para ser un faro de esperanza y amor. Como está escrito en Proverbios 3:5-6, “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia; reconoce al Señor en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.” Este versículo guía cada paso que doy en mi ministerio.